viernes, 24 de noviembre de 2017

Hook: El Capitán maníaco depresivo





HOOK: EL CAPITÁN MANÍACO DEPRESIVO




¿Eres tú mi grande y digno oponente? No puede ser... Este bacalao, endeble, enclenque, blandengue e inerte que tengo ante mí. Tú no eres ni la sombra de Peter Pan.


Durante años he vivido con mi propio País de Nunca Jamás en la cabeza. Refiriéndome a las redes sociales como ese paraje, volqué en ellas una suerte de escalada imaginativa que alcanzó su cúspide con la inauguración de mi blog de relatos, llamado como no, Relatos del País de Nunca Jamás.
Aunque el lore de ese lugar fantástico es generoso, voy a acotar un poco su visión para tratar de efectuar esta entrega de ‘El símil’. De hecho, voy a centrarme muchísimo en un personaje que siempre me ha fascinado, por el que siento predilección y, sin embargo, no me deja otra opción que la de asignarle el trastorno bipolar en esta comparativa. Se trata del Capitán James Garfio.
La cita con la que abro este texto representa cómo enfoca mi identidad primera la visión de Garfio. No fui un niño perdido, en absoluto, pero sí que era un chaval un tanto peculiar. Mis extremas dificultades en ámbitos sociales saltaban a la vista en cuanto mis pies pisaban el exterior de mi casa, donde una simple habitación servía de telescopio con el que mirar tan de cerca mi País de Nunca Jamás, que el jugar con mis muñecos y dibujar durante horas se repetía día sí día también. Eso evidenció con el tiempo la existencia de cierta luz en mi interior, y durante años así me moví por la vida.
Cuando una invisible necesidad de ansiolíticos despertó en mi la sed tras descubrir mis primeras cervezas, no solo experimenté la clásica transformación del ebrio, sino que poco menos vi mi identidad, tal y como la conocía, suplantada. Como si de un barco de tripulación pacífica me tratase, fui atacado, invadido, conquistado y finalmente moldeado para pertenecer a la flota de una nueva identidad que habría de crecer, lamentablemente, mucho en adelante.



- Acabo de tener un apóstrofe.
+ Querrás decir una epifanía.
- Un rayo acaba de herir mi cerebro.
+ Cómo debe doler eso.


El momento del diagnóstico en el ámbito bipolar resulta especialmente duro, como un ‘shock’ del cual no despiertas hasta pasado un buen tiempo, hasta el punto de que miden estadísticamente la etapa de aceptación de la propia enfermedad en nada menos que diez años.
Hay personas de todo tipo, sin embrago creo que en el caso de este trastorno, siempre hay un momento que sirve de pistoletazo de salida a la desagradable carrera hasta la aceptación final. En mi caso, el ver mi identidad modificada de aquel modo fue como cuando Jack, hijo de Peter Banning en el film Hook, va a recibir su primer pendiente. Solo que yo sí sentí como el garfio del Capitán me atravesaba, en este caso el corazón.
A partir de ese punto Hook toma control de mi vida. Echando la vista a la anterior cita, el rayo que el pirata afirma le ha atravesado el cerebro, bien podríamos extenderlo a la Terapia Electro Convulsiva. Personalmente no la he experimentado, pero si he comprobado horrorizado los efectos a corto plazo de lo que ese bonito nombre, de arcaica y brutal naturaleza, perpetra en los pacientes. Explico esto porque así es la vida del Capitán Garfio maníaco depresivo, que acoto en los años que transcurren desde un diagnóstico de bipolar hasta la aceptación de la enfermedad y, quizá, incluso de uno mismo. Durante esos años, la conocida labor de los piratas del País de Nunca Jamás. Juergas, pillaje, violencia… En forma de borracheras ansiolíticas, robo de la felicidad ajena y ataques verbales de exacta precisión. Y lo más importante, el enfermizo objetivo de acabar con Peter Pan.



- Dilo, Peter, de corazón.
+ Creo en las hadas.
- ¿Conoces el lugar que está entre el sueño y la vigilia? ¿ese lugar dónde aún recuerdas los sueños? Allí es donde siempre te querré... Peter Pan. Allí te esperaré.


¿Quién es Peter Pan en esta comparativa? ¿Quién Peter Banning, su versión adulta?
Ese niño que creía no solo en las hadas, sino en todo un País de Nunca Jamás particular. Esa persona que debería haber madurado a su ritmo, pero que sin embargo siempre estuvo sumida en una guerra mental. Esa guerra con los piratas de su propia mente, capitaneada por el trastorno de Hook.
Campanilla se ubica en un punto onírico tan mágico como ella misma. El latido de su corazón, sintiendo un amor incondicional por el que quiere ser niño siempre, sea quizá una buena brújula para mí a la hora de dar con esa identidad que se perdió.
Sin embargo, los mares de mis sueños son furiosos océanos cuyas olas son feroces pesadillas. Los mares de los que disfruta el capitán Garfio, surcándolos entre ebrio e iracundo, entre conquistador y profundamente idealista. Y esta imagen, este concepto que tengo de Hook, me hace detenerme en este mismo instante para lanzar una última reflexión.



¿Qué sería de este mundo sin el Capitán Garfio?


Encontrarme a mí mismo. ¿Se trata de dar con la luz de la especie de Peter Pan original? ¿De aniquilar o simplemente huir de esa identidad diferenciada que asocio a Hook?
En verdad todo son piezas de un mismo puzle. No creo que resulte beneficioso para nadie el ejercicio de partir su identidad en partes diferenciadas. Así pues, en esta última reflexión lanzaré una pregunta: ¿Son los bipolares un Capitán Garfio que de niño fue Peter Pan?
En este nuevo escenario, la pelea se hace más factible y real. Que Garfio desee aniquilar a su yo infantil es su única opción para poder vivir la vida del modo que le plazca. Por otro lado, el niño que quedó encapsulado en mi interior cuando primero el alcohol, luego el diagnóstico, lo sellaron en ese lugar, sigue brillando. Tal y como lo hacía en su habitación, con sus muñecos y sus dibujos.  
¿Qué hay pues de los momentos en los que los bipolares nos encerramos en nuestro camarote, para crear de algún modo? ¿No está nuestra condición de Garfio en ese instante haciendo uso del brillo del que se sabe poseedor?
En el film, como he comentado antes, Peter Banning representa el crecimiento sano de Peter Pan. En mi vida, en este artículo, curiosamente, la versión adulta de Pan no otra que Hook. No es la antítesis que se da la mano a si misma, no es el ying y el yang, se trata simplemente de un proceso de maduración en el que el niño no era capaz por sí mismo de aceptar algo tan duro como una enfermedad mental.
Llegados a este punto, y a modo de despedida, moldearé la última cita.
¿Qué hubiese sido del niño sin la aparición de Garfio, y qué de éste sin el brillo de Pan?


Todas las imágenes están sacadas de Google


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